viernes, 29 de octubre de 2010

Teoria del Gusto

Tener buen gusto
es un problema muy grande.


Y no es un problema de dinero,
que quede bien claro...
porque la plata, a fin de cuentas,
va y viene, va y viene.
La plata es harina de otro costal.

No se trata de un problema, pues,
de los medios que se requieren
para cumplir con el destino
de un sibarita o de un diletante,
de un gourmet o de un conocedor.

Tener buen gusto
es un problema muy grande
porque empobrece
tremendamente nuestras vidas
justo en la medida
en que el buen gusto prefiere
la perfección inalcanzable
a la inmediatez de la totalidad.

Chuang-Tzu lo dijo mejor que nadie:
cultivar los sentidos
es echar a perder los sentidos;
cultivar la bondad
es acabar con la bondad;
cultivar el buen gusto
es echar a perder el gusto.

Y es que el mundo ha sido cocinado
contando con todos los ingredientes
habidos, existentes y por haber.

Buenos, malos, grandes,
feos, bonitos, sublimes,
insensatos, horrendos...
El mundo es uno
y es muchos
en uno.

Pero el mundo,
como la vida,
es total.

El mundo
es el pastel
completo.

Y tener buen gusto
significa que sólo aceptamos
una parte del pastel:

Aquélla que tiene la cereza
o la que tiene chocolate
o la que tiene la pasa
o la que no la tiene
o la que tiene crema
o la que no tiene
o tiene poca
o mucha...

Pero el pastel es total.
El mundo es total.
La vida es total.

Y es mejor la totalidad
que la perfección.

Mejor el mundo
que mi idea del mundo.

Y mejor aún
que cualquier idea
que tengamos de la libertad
resulta, sin duda alguna, la libertad.

Alberto Blanco

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